Terracota

Dicen que fuimos modelados con arcilla. En muchas culturas antiguas —desde Mesopotamia hasta Mesoamérica— el ser humano fue creado a partir del barro, moldeado por manos divinas y soplado con aliento de vida. Terracota parte de esa misma idea fundacional: explorar quiénes somos a través de la materia.

Esta colección transita la tensión entre cuerpo y espíritu, entre carne que pesa y alma que se escapa. A partir de un tono terracota creado mezclando distintos acrílicos, nace un universo de figuras femeninas al óleo: carnosas, curvas, contundentes.

La pincelada no es inocente: busca volumen, deseo y peso visual. Y entre esos pliegues, asoma un azul tenue —una luz sutil que representa lo que no se ve, lo que arde por salir: el alma, la esencia, el Yo profundo.

Terracota no es solo una serie de pinturas contemporáneas: es una reflexión visual sobre lo que somos… y lo que verdaderamente somos. Nuestra esencia callada, casi invisible, pero siempre presente.

Una alquimia entre el barro sagrado y lo etéreo, entre lo tangible y lo que apenas intuimos.

Fragmentos de diferentes culturas

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.”
— Génesis 2:7

“Ciertamente creamos al hombre de barro seco, de arcilla moldeable.”
— Corán, Surah 15:26

“Del vientre de la Gran Madre, todos fuimos moldeados con barro, sangre y bruma. Y al morir, volveremos a su seno.”

— Tradición oral druídica

“Prometeo modeló al hombre a imagen de los dioses, con barro, y Atenea le insufló el alma.”
— Apolodoro, Biblioteca Mitológica

“Nüwa tomó arcilla amarilla y la moldeó con sus manos, creando así a los primeros hombres.”
— Mitología china

“Obatalá formó los cuerpos de barro y Olodumare les dio el hálito vital.”
— Cosmogonía yoruba

“Rod, el dios primordial, tomó un puñado de arcilla húmeda y lo amoldó con sus propias manos.
Le dio forma humana y lo colocó cerca del fuego.
Al endurecerse, lo miró a los ojos y le susurró un hálito de vida.
Y así, del barro, del calor y del verbo, nació el primer ser humano: mezcla de tierra y espíritu.”
— Relato inspirado en la mitología eslava